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Tres obras, tres mundos, tres viajes: Son similares en sus dimensiones, su densidad, sus caminos sinuosos y el afán de acción y contemplación que los tres tienen en común. Están enraizados en su necesidad de espacio, de duración, en un llamado a un largo viaje, a una búsqueda, a una conquista. Al escuchar, uno podría imaginarlos como un gran tríptico. Sin embargo, la puntuación idiomática y los principios de composición específicos subrayan el carácter distintivo de cada uno de los tres enfoques. Las tres obras pertenecen, al igual que Le matin surement va venir (para Ondes Martenot, piano y percusión), Souffle (14 instrumentistas), amanecer (órgano y orquesta de cámara) – a un corpus de composiciones de gran formato, sin movimientos individuales, pero compuestas en un solo gran vuelo con muchas vueltas. Estrella Esta obra concertante de Manuel de Falla está en la formación de sus instrumentos Concierto muy cercana: compuesta para clavecín y cinco instrumentos: flauta, oboe, clarinete, violín y violonchelo. Aquí, sin embargo, también se utilizan el flautín, el cor anglais y el clarinete bajo sin necesidad de músicos adicionales. Esta instrumentación ampliada multiplica el ambiente general, las posiciones extremas, los contrastes dinámicos y la paleta de timbres en igual medida. El instrumento de teclado (clavicémbalo u órgano), cuyas peculiaridades se han integrado en la composición, cumple plenamente su función solista. A veces se retira, a veces se integra en el grupo de los demás instrumentos, cuyos ocho componentes se dividen sucesivamente y siempre de manera diferente en cinco grandes fases que marcan una larga trayectoria tornasolada, a veces voluptuosa, a veces ligera, con dos Cadencias para un instrumento solista: primero el violín, luego el teclado. La estructura de Estrella ya se presenta en los dos primeros compases. Esta fuente genera posteriormente una verdadera red de germinación, brotación y ramificación. A veces, una u otra pulsión desplaza a las otras porque, más ricas en potencial, produce nuevas estructuras por sí misma, etc. Como en varias de mis obras (Llama, Savia, Aliento, Azur, etc.), este también es un nombre de símbolo: estrella, brillante como el cielo estrellado, iridiscente como la vida. trío Los ejes básicos de mi Trios La tomé de una escultura de mi amigo Paul Bialais, quien la describió así: »Es un conjunto de tres bloques verticales de roble, de diferentes alturas y dispuestos en forma triangular. El proceso compositivo es el mismo para los tres y se resuelve de diferente manera a través del juego de niveles y cuerpos. Esto permite que cada uno de los elementos se lea individualmente, en vertical, pero innumerables momentos de movimiento diagonal también fomentan la visualización desde una perspectiva oblicua, en la que las tres partes se fusionan en un todo.« Inspirándome en esta estructura, organizo tres cursos, cada uno de los cuales desarrolla su propio material de partida. Estos cursos diversos están entrelazados; pasas de uno a otro de maneras inesperadamente variables. También se dividen en segmentos de diferentes longitudes, y cada segmento es seguido por un segmento de uno de los otros dos cursos. El diálogo rapsódico de estos cambios bruscos se relaja con respiraciones frecuentes ya veces prolongadas, en cierta medida puntuación diferenciada. Para una mayor suavidad, aparecen durante un segmento en lugar de al final. No estaba tratando de enfatizar la singularidad de cada instrumento. Más bien, me he centrado en sus lazos familiares, en sus similitudes tonales, en el tipo de ascetismo que resulta de ese gran cuerpo de doce cuerdas, un ascetismo que es todo lo contrario de la variedad con la que más conjuntos orquestales nos halagan a primera vista. . Azur me encanta el piano Amo especialmente sus diversas voces, que son poderosas como el sabor de la savia en los árboles: las voces de la tribuna imperial, del fulgor, del chapoteo, del fluir, del estremecimiento, de la ternura, del multicolor, de la resonancia, del la máxima fragilidad. Con su convocatoria inicial es Azur un canto largo y variado; una odisea que va desarrollando una variedad de campanillas, de salidas fugaces o decisivas, de masas sonoras tranquilas o pirotécnicas, de gestos potentes, de momentos breves, de alivios episódicos, de refuerzos, de repeticiones, de momentos de respiración, de pausa, de elementos sonoros recurrentes, que se intercambian o, por el contrario, se desarrollan más, por pasajes completos que se sustentan en un impulso básico infatigable, en la escucha, en los momentos de devoción. Había imaginado una forma pianística de escribir que debería ser clara, sonora, directa, progresiva, jubilosa, a veces casi insensible. Las campanadas finales, que culminan en la página más reducida de la partitura, son quizás una llamada la Silencio, son una llamada a Silencio. Azur está dedicado a mi amigo Dominique Merlet, cuya humildad y pensamiento minucioso y fructífero admiro. Jean Pierre Leguay |
Programa:
[ 01 ] Estrella para clavecín y cinco instrumentistas (1981) 20:14
Irène Assayag, clavecín
Yuki Manuela Janke, violín*
Mario Blaumer, violonchelo*
Janine Neugebauer, clarinete y clarinete bajo*
Vilmantas Kaliunas, oboe y corno inglés*
Britta Jacobs, flauta y flautín*
Joachim Fontaine, director
*Miembros de la Deutsche Radiophilharmonie Saarbrücken/Kaiserslautern
[ 02 ] trío para violín, viola y violonchelo (1978–1991) 25:09
Xiangzi Cao, violín
Benjamín Rivinius, viola
Mario Blaumer, violonchelo
[ 03 ] Azur para piano (1990-1991) 22:48
Grabación en vivo del recital el 12 de mayo de 1993, Gaveau, París
Dominique Merlet, piano
tiempo total: 68:25