Texto de información:
osvaldo coluccino Momento (Momento) La composición comienza con un cuasi-puntillismo en contrapunto, marcando el tono de cada nota. momento sellado, tanto imán autónomo como catalizador. La pieza, sin embargo, se destaca por diferentes secciones, como momentos de estiramiento de cuerdas o la sección central extendida donde, compartidas entre las cuatro voces, frases rápidas de tono controlado se extienden en octavas, juegan con soltura en el puente, se entrelazan y responden cada una. otro. Y así sucesivamente, para descubrir... Aion (Eón) La primera parte es un desierto, la representación del olvido en un polvo que fluye tan disonante como dulce. La no discursividad aquí se combina con la precisión de los intervalos atonales de núcleos cambiantes. Los instrumentos casi siempre duplican sus acciones en dúos que, multiplicados por cuatro, crean una impresión orquestal. La segunda parte, por otro lado, interrumpe deliberadamente el flujo. En esta segunda forma de ›ataque‹ a las garras (y revocación) del tiempo, surgen variantes en las estructuras formales –a partir de islas de sonido puestas en la nada– que a menudo exigen virtuosismo vertical a los intérpretes: microfragmentaciones rítmicas, tensiones por a finas gradaciones dinámicas y armónicos especiales, inexorables dialécticas a cuatro, etc. El título ya se ha utilizado en la historia musical reciente; pero el mío es un caso de no misticismo. Mi posición se puede resumir con una cita ejemplar de Gilles Deleuze: »[...] este eón como línea recta y forma vacía es el tiempo de los acontecimientos-efectos. Por mucho que el presente mida la realización temporal del acontecimiento, es decir, su encarnación en el fondo de los cuerpos actuantes, su encarnación en un estado de cosas, el acontecimiento en sí mismo y en su insensibilidad, su impenetrabilidad no es una del presente, pero da paso hacia adelante y hacia atrás, en dos direcciones a la vez [...]. Sólo Chronos está lleno de estados de cosas y movimientos de objetos, a los que dota de dimensiones. Pero como una forma de tiempo vacía y desplegada, Aeon subdivide hasta el infinito precisamente lo que lo acecha sin habitarlo jamás [...] ilimitado como el futuro y el pasado, pero finito como el momento.« (de: Gilles Deleuze, La lógica del significado, del francés de Bernhard Dieckmann, Frankfurt am Main 1993; titulo original Lógica que sientes, París 1969) Bienes raíces ecológicos (Eco inmóvil) Una apertura reflejada en el cierre, y en ambos dicha inmovilidad se despliega a través de elaboradas estrategias de suspensión; una parte central en la que, por otro lado, los ecos reverberan desde un suelo estático (golpean y se asientan aquí) significa que aquí hay una acción de las tres cuerdas, apoyadas en sonidos inmóviles de piano. Talea (vástago) Pieza dividida en tres secciones: al principio un continuum modulador de sonido desnudo, crepitante y a veces interrumpido, gracias a que los dos instrumentos producen 'halos' con el dorso del arco, es decir, arqueando con la madera al estilo tradicional. camino con el cabello, un continuum que en cierto punto se ve desbaratado por microfrases solistas; una parte central formada por finos eventos sonoros individuales en un vacío sideral; la tercera parte está formada por la unión extática y exótica de la pareja, al final ella misma sometida a una sola nota de pedal sobre la que se deslizan hilos de oro mecidos por una brisa. osvaldo coluccino |
Programa:
[ 01 ] Momento para cuarteto de cuerda (2007) 17:10
Aion para cuarteto de cuerda (2002) 18:26
[ 02 ] Primera parte 07:30
[ 03 ] Segunda parte 10:56
[ 04 ] Bienes raíces ecológicos para cuarteto de piano (2002) 08:11
[ 05 ] Talea para violín y violonchelo (2008, versión completa) 11:24
tiempo total 55:13
Cuarteto de Archi del Teatro La Fenice
Roberto Baraldi, violín Gianaldo Tatone, violín
Daniel Formentelli, viola Emanuele Silvestri, violonchelo
con la participación de Achille Gallo, piano
Grabaciones de estreno mundial
Reseñas de prensa:
27.07.2012
Hojear el pequeño folleto de los »Cuartetos de cuerda« del compositor italiano Osvaldo Coluccino confirma lo que revela la biografía. Aunque Coluccino ya componía a los 16 años, trabajó y publicó durante muchos años principalmente como poeta. Pero tanto en el lenguaje como en la música, Coluccino es partidario de la reducción, la compresión y el foco. Así dice sobre »eco immobile« (eco inmóvil): »Nuestra percepción comienza con la paradoja del título: un eco que niega la peculiaridad que le es única, a saber, la de moverse o alargarse, de multiplicarse, de perder…” En otro lugar se menciona la presunta “prisión segura del cálculo”. Pero esta prisión (así concluiría el psicoanalista que llevamos dentro) es menos el cálculo que la voluntad predominante e inflexible de forma, que trata a la música y al lenguaje por igual como una roca de la que primero hay que despegar frágilmente la »obra«. Se instala una cualidad hermética monolítica, una vez más esas derivas de irritantes fragmentos de sonido y armonía en el pasillo de una villa vacía que se pierden en el frío. En el estado de ánimo adecuado, el "aire de otros planetas" es, en el mejor sentido, una experiencia auditiva casi mística. En el estado de ánimo equivocado, el oyente queda fuera de las puertas de estos sonidos, si no son admitidos, además, no son iniciados. Son mundos extraños y agrestes los que tiemblan aquí... Y sin embargo (y esto todavía podría discutirse), el espíritu de Luigi Nono se cierne sobre esta música en reserva tranquila.